jueves, 27 de octubre de 2011

Despotricando



¡Maldita, maldita, puta y reputa universidad! ¡Te odio, te odio, te odio, te odio, te odio, te odio!
Estúpida gente, me cago en sus sistemas que quieren prolongar hasta que se quemen y se hundan en sus propias cenizas putrefactas. ¡Qué mierda pretenden! Tengo tanta rabia con sus sistemas asquerosos, mientras todos se acomodan y tratan de encontrar su lugar dentro de ellos yo lo único que quiero es que les caiga un rayo y se quemen todas las universidades y todos las escuelas. Que los profesores se queden mudos, porque nada de lo que puedan enseñar sirve para nada. De verdad, piensa que en el día te morirás todo lo que aprendiste, lo que peleaste por ideas, todas tus queridas y apreciadas ideas se van a hundir y desaparecer con cada insecto y lombriz que consuma alguna partícula de tu cuerpo. Por eso peleamos, por eso luchamos, para eso trabajamos, para eso ganamos dinero, para eso enunciamos nuestros profundos e inteligentes discursos. Sonará esto como una carta extremadamente pesimista, pero es verdad. Aunque a los religiosos les duela y los optimistas la lean con cara de tristeza, doliéndose por el pobre ser que escribió estas líneas. No importa. Es la verdad. Nacemos con una fecha escrita en la frente: no la podemos ver, nadie la puede ver, pero ahí está. Por eso se preocupan los ilusos de conseguir cosas, construir edificios cada vez más resistentes, desde el término de la época de las cavernas así ha sido, para prolongar sus vidas y protegerse del viento inclemente, de la lluvia que todo lo roe, que todo lo erosiona; luego forman familias, pequeños círculos de autoprotección donde conocen el amor, la compañía y también el dolor. Pero nada, nada nos aleja de nuestro destino escrito sobre nuestras frentes. Por eso es que me molesta tanto tener que haber perdido tantos años: de mis veinticinco años de vida llevo veintitrés encerrada en salas escuchando a adultos tristes traspasarme la herencia cultural de mis antepasados, pero nada de lo que ahí he aprendido me ha enseñado cómo vivir mejor, cómo ser feliz y cómo hacer felices a los que me rodean. Ningún profesor arrogante me ha enseñado mejor que el Quijote, que una fotografía de algún paraje lejano y desconocido, que alguna pintura del Renacimiento, que alguna canción inspiradora o que alguna escultura de Miguel Angel. Me encantaría alguna vez poder volar lejos de estas paredes y encontrar el mundo que sé que me espera ahí afuera: olores, texturas, sabores, miradas, sonidos; todas sensaciones que aquí dentro no puedo encontrar ni a través de esta pantalla que me las acerca externamente, mientras me limita a experimentarlas sólo de manera indirecta. Quiero por fin salir de este inquietante encierro autoimpuesto para encontrar allá afuera lo que aquí me es negado, porque de otra manera mi vida está condenada a convertirse en una más de esas miles que esperan que la fecha escrita en sus frentes expire sentados en pesados escritorios, en oscuras salas de clases, en sórdidos hospitales húmedos o encerrados en su alienación creyendo que las mejores cosas de la vida se pueden comprar.

1 comentario:

Mr. Thunderstruck dijo...

Nunca pienses que has desaprovechado el tiempo, porque de todas experiencias (las buenas y las malas) se aprenden cosas, aunque no seamos conscientes. Para ti la enseñanza es eso, lo que no quieres ser. Perfecto, ya sabes que ése no es tu camino. Actúa como quieres de vivir de verdad, siempre tenemos motivos para la felicidad. Siempre estamos aprendiendo a lo largo de toda la vida y con nuestras vivencias sabemos lo que nos gusta y no. Nunca olvides sonreir. Estamos vivos y hay que disfrutar la vida en todo momento porque el tiempo avanza inexorable.
Besos!!!