jueves, 29 de abril de 2010

Palabras II

Todo me da lo mismo excepto una cosa: que, por favor, nadie me corte las alas. Mientras pueda volar con la mente y las palabras el mundo puede derrumbarse a mi lado, pero siempre quedará la palabra justa que ayude a reconstruirlo.

martes, 27 de abril de 2010

Poema III

Sácame de la certeza, mi amado Ángel.
Sácame de la duda, amado terror.
Porque la tierra tiembla
justo donde se posan mis pies
cuando intento comprender algo de esto.
Y entonces el suelo se llena de agua
y al final del camino invisible
estás tú mirándome
con tus ojos de inocencia...
Y son rojos, todo es rojo en ti:
Tu boca y tu sangre que no saciarán
mi sed.
No, no. Todo es confuso ahora.
Todo se esconde detrás de tus ramas,
querido árbol de otoño. Todo se esconde
detrás de tu natural profundidad
y en mi densidad.
Yo no soy fácil,
deberías saberlo ahora.
Mis palabras no te acariaciarán siempre
en un murmullo o un suspiro de ternura,
también pueden ser afilados cuchillos
que quizá alguna vez ya no puedas soportar.
Y al final todo escurre como el agua bajo mis pies.
¿Me has visto llegar?
¿Me has visto hundirme en el suelo?
No me quiero acercar
porque después el alejarse duele más.

lunes, 26 de abril de 2010

¡DIOS NO EXISTE!

ME LO DIJO EL DIABLO AYER.

viernes, 16 de abril de 2010

Agradecimientos

Quiero dar las gracias a todos los que han depositado sus comentarios en aquella pequeña ventanita. Yo también he procurado hechar vistazos a sus blogs en la medida de lo posible, la verdad es que los estudios me roban los días enteros, pero aún así recuerdo darles las gracias y espero que sigan leyendo mis publicaciones sean o no de su agrado. La crítica siempre es necesaria. La verdad es que escribo estas cosas sin mayores pretenciones, es para mí como una terapia personal de desahogo cuando una pena me aflige o me embarga una alegría extrema. Soy una mujer intensa. Y eso. ¡Gracias!
=)
PD: Disculpen por no especificar sus nombres.

miércoles, 7 de abril de 2010

cuento delirante y enfermizo =D

Hoy hablaré sobre la nada.
-¡Qué es la nada? le pregunté al Choro Cornejo mientras la micro resonaba cual estampida de elefantes hambrientos.
-¡Nada poh! me dijo el muy cínico. Y yo sabiendo que él tenía la respuesta. Me mintió porque sabía muy bien que la verdad en boca de un pobre mortal como yo no tendría buen uso.
El choro, de joven, se subió a una montaña llevando sólo una vasija de metal y se metió en una cueva escondida entre el follaje de un bosque inhóspito. Allí, entre meditaciones al pie de la caña y ensoñaciones de flojo hediondo vivió durante siete años. Se dice que entre árboles centenarios y hadas más feas que pegarle a la mamá se le apareció el Diablo. El innombramble, según dicen los relatos hablados, le ofreció al muy roto un deseo a cambio de su alma -que, cabe mencionar, no es la gran cosa-. Como usted supondrá, el muy choro de la pobla pudo haber pedido ser millonario, famoso, admirado, tener miles de hermosas mujeres para él solo, belleza eterna cual Dorian Gray (que harto le hacía falta al pobre desgraciado)...pero no, el muy pillo prefirió preguntarle al malo: ¿qué es la verdad?
Lo que nuestro venido a desgracia héroe no consideró (¿o sí?) es que le estaba preguntando sobre la verdad al mismísimo amo de la mentira. Mmm...pensará usted, además de roto, gil. Pero no, señores y señoras, el pobre diablo (¿cuál de los dos?) sabía. Como dicta la sabiduría popular, más sabe el pobre por roto que por pobre. Pues bien, cuenta la leyenda que al recibir una vaga respuesta de parte del príncipe de la maldad el choro le prometió darle a cambio su alma al cabo de siete años.
Cuando Belcebú húbose marchado satisfecho de su fechoría y riéndose a carcajadas de la ingenuidad del pobre choro de pobla, el roto decidió ponerse a trabajar. Si lo que el malo le dijo era una sarta de mentiras debía aplicar psicología inversa y practicar todo lo contrario a sus consejos. Así fue como el vivaracho hombre comenzó una maratón sobrehumana de meditaciones varias, reflexiones y una variedad increíble de actos piadosos. Al cabo de seis años y medio, nuestro sucio y hediondo antihéroe se había convertido ni más ni menos que en la versión criolla y rasca de Sidharta Gautama, harto más raquítico y flaite que el honorable Buda, por supuesto.
Al llegar el Diablo nuevamente, se encontró con un choro sentado al pie de un árbol añoso, con los ojos cerrados en profunda meditación. Al despertarlo le dijo con voz rotunda:
-Vengo a ser pagado de una deuda que adquiriste conmigo hace siete años.
El roto, manteniendo los ojos cerrados, le dijo al Diablo:
-No guardo deuda alguna contigo, malacatoso. La verdad que me concediste la he usado y ahora no puedes hacer nada contra mí.
El Malo, perdiendo la paciencia alzaba la voz alegando contra la desfachatez del hombre. Sin embargo, ni la temible voz enardecida del malo lograba alterar la vigorosa paz del roto.
-¡Háblame! ¡Dame lo que te pido! gritó, por último, furioso mientras abalanzaba su cuerpo robusto sobre el endeble hombre.
En ese momento fue cuando Cornejo abrió los ojos lentamente dejando salir de ellos el más vivo resplandor que podría apreciar un hombre o un dios, llenando el espacio de paz y armonía. El Diablo, asustado, se tapaba los ojos con las manos mientras retrocedía lentamente. Sus ojos se quemaban con el fuego de la verdad y la iluminación. El roto, con tranquilidad, le dijo:
- Vete, ya nada te debo y nada puedo encontrar en ti que no me haya sido presentado ya por el universo.
El Diablo, con los ojos quemados y más enojado que perro sin hueso salió corriendo por el bosque a ocultarse tras las montañas. Al Choro Cornejo lo tuvo que dejar tranquilo. No podía contra él. La leyenda de la pobla cuenta que ese mismo día el roto decidió volver al mundo para contar su verdad. De eso han pasado diez años.
Ahora sigue viviendo en el pueblo y en la Plaza de Armas extiende sus pilchas por las noches para dormir. No sufre frío ni hambre. Todos lo han visto alguna vez. Ahora, mientras lo miro sentado a mi lado en la micro y le pregunto sobre la nada sin recibir su respuesta pienso:
Así habló el Choro Cornejo.

Oda a la amistad de mentira

Sólo esperaba una despedida
no un corte tan drástico
no quería un final dramático
ni un show de llantos que dan risa.
No quería verte odiarme
con tu mirada tan fría
que antes me miraba con cariño
y hoy con ira me repudia.
Señales no leí
en tu semblante tan altivo
y ahora me atormenta
saber que estaba ciega
engañada y aturdida.
Si quieres que me vaya
sólo cierra la puerta
una vez que de un paso
de mí nunca más te enteras.