sábado, 15 de agosto de 2009

Hamlet (Escena primera del Tercer Acto )

HAMLET.- Ser o no ser, ésa es la pregunta. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un puñal. ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la Muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento? Esta previsión nos hace a todos cobardes, así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se reducen a designios vanos. Pero... ¡la hermosa Ofelia! Graciosa niña, espero que mis defectos no serán olvidados en tus oraciones.

Palabras

La sangre huele a cambios cuando
está saliendo por la herida: Quizá la muerte
o la debilidad. Es oscura nuestra naturaleza
y no podemos huir de ella.
Es triste nuestra existencia.
Caminamos siempre sobre un empedrado cruel.
A veces sentimos la felicidad
como una suave brisa, un frescor pasajero.
Eso parece.
La sangre, al igual que el aliento, se nos escapa
dejándonos secos por dentro. Vacíos.
Siempre la razón, amigo, nos tortura.
Dejarla callar es el camino.
Ella tuvo sus siglos de oportunidad
y los desperdició.
Por eso,
¡qué antipático aquél que habla de cordura!
sabríamos hablar mejor desde el corazón.

Viviendo





Barramos la mugre, dejémosla bajo la alfombra.
Nada cambiaría lo que podamos decir sobre esto
o lo otro
porque las cosas están determinadas desde antes
de lo que podamos recordar.
Al cerrar los ojos ya estaban cerrados,
la ceguera no es sólo física
está también en la inactividad
en el no responder
en el no salirse del camino.
Voy caminando un camino cerrado
y me asusta a veces
lo que encuentre al final
pero así es la vida de todos, creo...

Pero así es porque decidí
no vender mi libertad a la sordera
aparente
del que se miente y miente a los demás.

Y estoy aburrida, pero feliz,
un poco vacía
pero así es.

¿Quién eres?

Desorden-Sordera

Waa! ser escritor o escribidor es más sencillo de lo que se cree. Tomas el lápiz o su símil, el teclado. Comienzas escribiendo cosas que consideras importantes, pensamientos, emociones. Sin darte cuenta comienzas a describirte a ti mismo en palabras. Con el paso del tiempo adquieres más confianza y empiezas a hablar cosas que crees que a los demás le importan. Abres un poco tus canales auditivos a las ideas ajenas y desarrollas opiniones, visiones particulares del mundo. Finalmente, llega el momento de tu realización: tu confianza anterior se tranforma en un ego sublime, escribes pseudo verdades que a nadie le importan y tu lenguaje simpático e inteligente de antes se tranformó en un pesado cuchillo que traspasa todo lo que toca. Ya no eres agradable. Te crees Dios y a nadie le importas ya. Pero estás tan sordo que no escuchas nada y poco a poco tu realidad se desploma ante tu mirada llenando tu espacio de desorden.

domingo, 9 de agosto de 2009

Las Alas del Deseo

El Ángel

Cuando el niño era niño
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente
y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cundo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que realmente son malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no fuera antes de devenir,
y que un día yo, el que yo soy,
no seré más ese que soy?

El hombre:
Cuando el niño era niño
las manzanas y el pan le bastaban de alimento,
y todavía es así.
Cuando el niño era niño
las bayas le caían en la mano como sólo caen las bayas,
y ahora todavía;
las nueces frescas le ponían áspera la lengua,
y ahora todavía;
encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más
alta y en cada ciudad el anhelo de una ciudad aún más
grande, y siempre es así todavía.
En la copa del árbol tiraba de las cerezas
con igual deleite como hoy todavía;
se asustaba de los extraños
como todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves,
y todavía las espera.
Cuando el niño era niño
lanzó un palo como una lanza contra el árbol
y hoy vibra ahí todavía.

El Narrador:
Cuéntanos, musa, del narrador, del infante,
del anciano apartado de los lindes del mundo, y haz que en
él se reconozca cada hombre. Con el tiempo, los que me
escuchaban se han convertido en mis lectores, ya no se
sientan en círculo sino solos, y cada uno no sabe nada del
otro. Soy un viejo, con la voz quebrada, pero el relato
sigue elevándose desde las profundidades y la boca
entreabierta lo repite, tan poderoso como apacible; una
liturgia para la que nadie necesita estar iniciado en el
sentido de las palabras y de las frases.
El mundo parece ahogarse en el crepúsculo,
pero yo narro, como al principio, en mi cantinela que me
sostiene; a salvo, por el relato, de las revueltas del
presente y protegido para el futuro. Se acabó el remontarse
muy atrás de antaño, el ir y venir a través de los siglos...
Yo sólo puedo pensar de un día para otro. Mis héroes ya no
son los guerreros y los reyes, sino.... las cosas de la paz,
todas iguales entre sí, las cebollas que se secan, tan
valiosas como el tronco de árbol que atraviesa el pantano.
Pero nadie ha logrado aún cantar una epopeya de la paz. ¿Qué
le ocurre a la paz, que no puede seguir fascinando por mucho
tiempo, que no se deja narrar apenas por nadie? ¿Debo
renunciar ahora? Si renuncio, entonces.... la humanidad
pierde su narrador. Y si alguna vez la humanidad pierde su
narrador, al mismo tiempo habrá perdido su infancia. No
logro encontrar Postdamer_Platz. ¿Aquí? No puede ser! En
Postdamer_Platz estaba el.... Café Josti. Ahí, por las
tardes, conversaba, tomaba un café, y observaba al público,
después de fumar mi puro, de Loese y Wolf, un renombrado
comercio de tabaco. Aquí, justo enfrente. Esto no puede ser
Postdamer_Platz! Y no hay nadie a quien preguntar. Era una
plaza llena de vida! Tranvías, ómnibus de caballos y dos
automóviles: el mío y el del chocolatero. Los alemanes de
Wertheim también estaban ahí. Y después, de pronto....
colgaban banderas, ahí.... Toda la plaza estaba repleta. Y
la gente ya no era amable, y la policía tampoco. Pero no voy
a parar hasta que no haya encontrado Postdamer_Platz. ¿Dónde
están mis hombres? ¿Dónde estáis vosotros mis niños? ¿Dónde
están los míos, los simples, los primigenios? Nómbrame,
musa, al pobre bardo inmortal, quien, abandonado por sus
mortales oyentes, ha perdido su voz. Él, que de ángel del
relato se convirtió en el ignorado ó burlado organillero,
fuera, en el umbral de la tierra de nadie.
Sólo las vías romanas conducen aún a lo
lejos, sólo las huellas más antiguas aún conducen más lejos.
¿Dónde está el puerto de montaña? También la planicie,
también Berlín, tiene sus recónditos puertos y ahí es donde
empieza mi tierra, la tierra de la narración. ¿Por qué no
todos ven, de niños, los puertos, los portones y los
intersticios, abajo en la tierra y arriba en el cielo? Si
cada uno los viera, habría una historia sin sacudidas
morales y sin guerra.

Marión:
Se acabó.... Ni una temporada! Vuelve a faltarme
tiempo para acabar algo. Lo del circo.... Recuerdos para
dentro de diez años. Esta es mi última noche con mi querido
número.... y además hay luna llena, y la trapecista se rompe
la crisma.... Cállate! Nunca me la imaginé así.... La
despedida del circo. La última noche no viene nadie, tocas
como soquetes, y yo vuelo sobre la carpa como un pollo en el
el puchero. Luego otra vez de camarera. Merde! A menudo
hablo de mí sólo por apuro. En momentos como éste, momentos
como ahora mismo.... El tiempo lo curará.... ¿Y si el tiempo
fuera la enfermedad? Como si hubiera que encorvarse para
seguir viviendo. Vivir.... Una mirada basta. El circo.... Lo
voy a echar de menos. Es extraño, no siento nada. Es el fin
y no siento nada.-Ha pasado un ángel!-; -Vaya ángel más
alicaído! Como si el dolor no tuviera pasado.... Toda
esa gente que he conocido, que quedan y quedaran en mi
cabeza. Todo termina siempre cuando acaba de empezar. Era
demasiado bonito. Por fin fuera, en la ciudad. Hallar quién
soy, en quién me he convertido. Suelo ser demasiado
conciente para estar triste. Esperé una eternidad que
alguien me dijera algo cariñoso. Luego me fui al
extranjero.... Alguien que me dijera: "Hoy te quiero
tanto", sería tan bonito! Miro ante mí y el mundo se alza
ante mis ojos, me llega al corazón. De niña.... sentía
deseos de vivir en una isla. Una mujer sola, plenamente
sola. Eso es. Vaciada, incompatible.... El vacío.... el
miedo.... La mirada de un animalito perdido en el bosque.
"¿Quién eres tú?" Ya no lo sé. Pero algo sé: No seré
trapecista. Decisiones imprevistas en las que uno cree....
No llorar! No quiero llorar, para nada! Ocurre, así son las
cosas.... No siempre sale como uno quiere. El vacío, el
vacío. Ya no pensar en nada. Estar aquí. Aquí soy
extranjera, pero todo me resulta familiar. En todo caso, no
puedo perderme, siempre se llega al muro. Esperaré la foto
en el fotomatón: saldrá una con otro rostro, y así podría
empezar una historia. Los rostros, tengo ganas de ver
rostros. Quizás encuentre un trabajo de camarera. Tengo
miedo de esta noche. Qué tontería. La angustia me pone
enferma, porque una parte de mí se preocupa y la otra no se
lo cree. ¿Cómo debo vivir? Sé tan pocas cosas.... Tal vez
sea demasiado curiosa. A menudo pienso de forma equivocada..
... porque pienso como si hablara a otro. Dentro de los
ojos cerrados, cerrar aún más los ojos.... Entonces, incluso
las piedras cobran vida. Será por los colores. Los colores!
Los neones en el cielo del atardecer. Los tranvías rojos y
amarillos. Sólo tengo que estar lista y todos los hombres
del mundo me mirarán. Nostalgia. Nostalgia de una ola de
amor que creciese en mí. Eso es lo que me hace resultar
torpe: la ausencia de placer. Deseo de amar.... Deseo de
amar!

Nunca lo lograré esta noche. Nada de trapecios con
luna llena. No es la última vez, la última de todas. Creo
que debo parar este sueño. Se acabó el circo. Se acabó.
Vuelve a anochecer en mi cabeza. El miedo. El miedo a la
muerte. La muerte, por qué no. Lo esencial, a veces: no ser
más que hermoso. Mirarse en el espejo.... es mirarse pensar.
¿Qué piensas pues? Pienso que sí tengo derecho a tener miedo
pero ya no a hablar de ello. Aún no te has vuelto ciega, el
corazón sigue latiendo.... Y ahora lloras! Quisieras llorar
como una niña que esta muy triste. ¿Sabes por qué lloras?
¿Por quién? No por mí. Ya no lo sé. Quisiera saber. No sé
nada. Tengo un poco de miedo. Ya se fue. Pero volverá.
No importa.
Poder decir como ahora mismo: "Estoy alegre".
Tengo una historia. Y voy a seguir teniéndola.
Ahí vuelve mi sentimiento de bienestar. Como si
dentro de mi cuerpo se cerrara una mano suavemente.

Sueño
Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cundo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿La vida bajo el sol no es sólo un sueño?
No podría decir quién soy. No tengo la menor idea.
Soy alguien sin orígenes. Sin historia, sin país, y me gusta
así. Aquí estoy, libre. Puedo imaginármelo todo. Todo es
posible. Basta que alce la mirada y vuelvo a ser el mundo.
Ahora, en este sitio, un sentimiento de felicidad que podría
tener siempre.

¿Qué es un hombre rebelde?

'¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no. Pero si se niega, no renuncia: es además un hombre que dice que sí desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden. ¿Cuál es el contenido de ese “no”? Significa, por ejemplo, “las cosas han durado demasiado”, “hasta ahora, sí; en adelante, no” ,”vas demasiado lejos”, y también “hay un límite que no pasaréis”. En suma, ese “no” afírma la existencia de una frontera. Vuelve a encontrarse la misma idea de límite en ese sentimiento del rebelde de que el otro “exagera”, de que no extiende su derecho más allá de una frontera a partir de la cual otro derecho le hace frente y lo limita. Así, el movimiento de rebelión se apoya, al mismo tiempo, en el rechazo categórico de una intrusión juzgada intolerable y en la certidumbre confusa de un buen derecho; más exactamente, en la impresión del rebelde de que “tiene derecho a…”. La rebelión va acompañada de la sensación de tener uno mismo, de alguna manera y en alguna parte, razón.'
(Albert Camus)