Me molesta muchísimo que al hablar conmigo las personas no me miren a los ojos. Creo no ser la única que se da cuenta del poder que puede generar ese pequeño gesto: una mirada puede representar mil cosas que las palabras no puedan expresar bien, por ejemplo un "me apesta tu presencia y preferiría no verte nunca más", o un "me gusta que estés cerca, pero me da vergüenza acercarme a ti".
Mejor quedarse con el bonito de Mario Benedetti y no pensar más.
Ese gran simulacro
"...el olvido está lleno de memoria
que a veces no caben las
remembranzas
y hay que tirar rencores por la
borda
en el fondo el olvido es un gran
simulacro
nadie sabe ni puede / aunque
quiera / olvidar
un gran simulacro repleto de
fantasmas
esos romeros que peregrinan por
el olvido
como si fuese el camino de
Santiago..."
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