Veo tu nombre convertido en un montón de cenizas
gritando, exclamando y venerando tu libertad.
Las sombras se distancian de tu cuerpo
cuando la neblina de la duda se asoma por tu ventana,
pero tú no lo ves.
Tú sólo ves lo que quieres ver porque
bajo un ataúd de mentiras piadosas
que has construido cuidadosamente
está llameando en silencio el fuego
de una tempestad furiosa que quiere explotar
en tu pecho liso,
bajo tus ojos húmedos de pálida emoción.
La verdad a veces es más de lo que puedes soportar
o bien transforma todo en dudas,
y finalmente no hay tal cosa como una verdad.
Tú lo sabes y lo sabías en aquél entonces
y ahora lo entiendes demasiado tarde quizá
pero tu instinto sigue ahí,
tu salvaje espíritu de lucha inscrustado
entre tus miedos y tus manías.
Si quieres esperar por alguien, ese alguien,
pero ¿quién?
esperar por otras manos y otros ojos
aun más perdidos que los tuyos
bajo el alero de dudas infinitas
e infinitas pesadumbres
que adornarán tus lágrimas
y oscurecerán tu alegría
para que nunca vuelva.
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