DESPUÉS
DE LA GUERRA
Ahí, tendido bajo el arco de la
muerte,
se tiende el ancestral esqueleto de
un ser humano
secándose y hundiéndose en el
arenal;
lo rodean espinas de un antiguo
rosal
que ya no da flores
por estar cubierto del polvo
de la última guerra.
Oh, los dioses no escucharon sus
últimos ruegos
cuando el mundo estalló en la cólera,
cuando el fuego de la ira de
Aquiles
mató la última virtud en el último
hombre.
En el día final oyó por primera vez
el susurro del aire
y la voz primordial le indicó la
senda
pero él, sordo y ciego, siguió su
camino infernal
hacia la autodestrucción.
Ahí abandonados están ahora los hijos
de Marte
sufriendo sus heridas rojas de
sangre fresca,
llorando las cicatrices
imborrables marcadas en su piel,
las lacerantes punzadas del
puñal
que el padre enterró en la carne
virgen del hijo
en favor de una lucha
impropia e injustificada.
¿Hubo amor alguna vez?
¿Qué pasó con las palabras?
¿Morirías por ellas?
¿Te dejarías crucificar por oír una
vez más
una palabra de esperanza?
¡Oh, la sangre corre río abajo!
El mar se mece teñido de muerte:
es el ataúd de la vida que se
sacrificó.
Ahora se escucha un grito seco
a lo lejos:
son los amigos muertos,
el hijo sacrificado sobre la roca de
la última redención.
Si tu Dios te ordena matar,
¿obedecerás?
Si tu espíritu murió hace
siglos, ¿rezarás?
¡Qué importa si hay un infierno
después del infierno!
!El paraíso no es para los héroes!
El viaje se hizo más largo que lo
prometido
queríamos salvar la
ciudad
y ella se quemó
con nosotros adentro.
(versión retocada)
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