"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo." Oscar Wilde
sábado, 15 de agosto de 2009
Desorden-Sordera
Waa! ser escritor o escribidor es más sencillo de lo que se cree. Tomas el lápiz o su símil, el teclado. Comienzas escribiendo cosas que consideras importantes, pensamientos, emociones. Sin darte cuenta comienzas a describirte a ti mismo en palabras. Con el paso del tiempo adquieres más confianza y empiezas a hablar cosas que crees que a los demás le importan. Abres un poco tus canales auditivos a las ideas ajenas y desarrollas opiniones, visiones particulares del mundo. Finalmente, llega el momento de tu realización: tu confianza anterior se tranforma en un ego sublime, escribes pseudo verdades que a nadie le importan y tu lenguaje simpático e inteligente de antes se tranformó en un pesado cuchillo que traspasa todo lo que toca. Ya no eres agradable. Te crees Dios y a nadie le importas ya. Pero estás tan sordo que no escuchas nada y poco a poco tu realidad se desploma ante tu mirada llenando tu espacio de desorden.
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