miércoles, 7 de abril de 2010

cuento delirante y enfermizo =D

Hoy hablaré sobre la nada.
-¡Qué es la nada? le pregunté al Choro Cornejo mientras la micro resonaba cual estampida de elefantes hambrientos.
-¡Nada poh! me dijo el muy cínico. Y yo sabiendo que él tenía la respuesta. Me mintió porque sabía muy bien que la verdad en boca de un pobre mortal como yo no tendría buen uso.
El choro, de joven, se subió a una montaña llevando sólo una vasija de metal y se metió en una cueva escondida entre el follaje de un bosque inhóspito. Allí, entre meditaciones al pie de la caña y ensoñaciones de flojo hediondo vivió durante siete años. Se dice que entre árboles centenarios y hadas más feas que pegarle a la mamá se le apareció el Diablo. El innombramble, según dicen los relatos hablados, le ofreció al muy roto un deseo a cambio de su alma -que, cabe mencionar, no es la gran cosa-. Como usted supondrá, el muy choro de la pobla pudo haber pedido ser millonario, famoso, admirado, tener miles de hermosas mujeres para él solo, belleza eterna cual Dorian Gray (que harto le hacía falta al pobre desgraciado)...pero no, el muy pillo prefirió preguntarle al malo: ¿qué es la verdad?
Lo que nuestro venido a desgracia héroe no consideró (¿o sí?) es que le estaba preguntando sobre la verdad al mismísimo amo de la mentira. Mmm...pensará usted, además de roto, gil. Pero no, señores y señoras, el pobre diablo (¿cuál de los dos?) sabía. Como dicta la sabiduría popular, más sabe el pobre por roto que por pobre. Pues bien, cuenta la leyenda que al recibir una vaga respuesta de parte del príncipe de la maldad el choro le prometió darle a cambio su alma al cabo de siete años.
Cuando Belcebú húbose marchado satisfecho de su fechoría y riéndose a carcajadas de la ingenuidad del pobre choro de pobla, el roto decidió ponerse a trabajar. Si lo que el malo le dijo era una sarta de mentiras debía aplicar psicología inversa y practicar todo lo contrario a sus consejos. Así fue como el vivaracho hombre comenzó una maratón sobrehumana de meditaciones varias, reflexiones y una variedad increíble de actos piadosos. Al cabo de seis años y medio, nuestro sucio y hediondo antihéroe se había convertido ni más ni menos que en la versión criolla y rasca de Sidharta Gautama, harto más raquítico y flaite que el honorable Buda, por supuesto.
Al llegar el Diablo nuevamente, se encontró con un choro sentado al pie de un árbol añoso, con los ojos cerrados en profunda meditación. Al despertarlo le dijo con voz rotunda:
-Vengo a ser pagado de una deuda que adquiriste conmigo hace siete años.
El roto, manteniendo los ojos cerrados, le dijo al Diablo:
-No guardo deuda alguna contigo, malacatoso. La verdad que me concediste la he usado y ahora no puedes hacer nada contra mí.
El Malo, perdiendo la paciencia alzaba la voz alegando contra la desfachatez del hombre. Sin embargo, ni la temible voz enardecida del malo lograba alterar la vigorosa paz del roto.
-¡Háblame! ¡Dame lo que te pido! gritó, por último, furioso mientras abalanzaba su cuerpo robusto sobre el endeble hombre.
En ese momento fue cuando Cornejo abrió los ojos lentamente dejando salir de ellos el más vivo resplandor que podría apreciar un hombre o un dios, llenando el espacio de paz y armonía. El Diablo, asustado, se tapaba los ojos con las manos mientras retrocedía lentamente. Sus ojos se quemaban con el fuego de la verdad y la iluminación. El roto, con tranquilidad, le dijo:
- Vete, ya nada te debo y nada puedo encontrar en ti que no me haya sido presentado ya por el universo.
El Diablo, con los ojos quemados y más enojado que perro sin hueso salió corriendo por el bosque a ocultarse tras las montañas. Al Choro Cornejo lo tuvo que dejar tranquilo. No podía contra él. La leyenda de la pobla cuenta que ese mismo día el roto decidió volver al mundo para contar su verdad. De eso han pasado diez años.
Ahora sigue viviendo en el pueblo y en la Plaza de Armas extiende sus pilchas por las noches para dormir. No sufre frío ni hambre. Todos lo han visto alguna vez. Ahora, mientras lo miro sentado a mi lado en la micro y le pregunto sobre la nada sin recibir su respuesta pienso:
Así habló el Choro Cornejo.

2 comentarios:

Matilde dijo...

perdon que me entrometa, así de súbito en sus letras, pero es que me he deleitado y tenía que decirlo

.

un saludo

Estados de ánimo dijo...

wow...
me encantó! definitivamente me encantó. Me hiciste recordar un libro que lei... el diablo enamorado..
saludos.