domingo, 8 de noviembre de 2009

Pequeño cuento de mierda

La monedita se extravió, porque la mano que la guardaba se sintió segura y aflojó la presión. Y el dueño se siente como la mierda, porque lo que tenía tan asegurado comprendió de pronto que no era tal. Y le hablan las nubes y el cielo con tristeza ahora que ya no tiene lo que creía suyo. Las cosas que tenía y creyó eternas, se acabaron. Entonces llegó otro transeúnte más atento que él y cogió la monedita de oro y la hizo suya. Y el distraído se quedó con las ganas de usarla, mirando cómo el otro compraba su felicidad.

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