sábado, 19 de septiembre de 2009

Rescatado del olvido

Suena de fondo la balada rockera Love Hurts, y pienso que es verdad, que el amor duele, la amistad duele, la ceguera y sordera funcional duelen al igual que el analfabetismo funcional. Quien tenga oídos para oír, que oiga. Quien tiene mente para entender lo que oye, que entienda. Esa es la ley, aprender a entender lo que se oye para comprender y establecer lazos profundos de respeto y amistad. No es hablar fuerte para escuchar mi voz alzarse sobre las demás y de este modo sentir que mi verdad puedo imponerla por sobre las otras. Mi verdad, mi pensamiento, es una gota de agua en el océano. Cada palabra o cada grito que pronuncio se irá tan rápido como una rayo de luz; sin embargo, al hacer del respeto y la comprensión mi medio para hacerme entender ante los oídos ajenos, establezco una relación pura y estrecha entre mi verdad y la verdad de mi interlocutor. No es tan difícil, es sólo abrir un poco la mente y el corazón y decir: "sí, puede que sus palabras hieran las ideas que durante años he construido en mi interior, pero quizás si las analizo bien resulta que estas están llenas de huecos e incoherencias, y resulta que lo que he creído y afirmado como verdad no es más que un edificio construido con naipes". Si mi sordera funcional me niega la posibilidad de aprender de experiencias ajenas mi destino es la soledad de saber que puedo aplastar con mi discurso las voces ajenas, pero la voz de mi propia insatisfacción seguirá dando botes en cada rincón de mi mente. Nadie ve, nadie oye, nadie lee nada, porque es más fácil encerrarse en conceptos predefinidos por los medios y por la TV que dar el gran paso de aceptar que tengo inteligencia y que con ella se puede crear un mundo mucho mejor.

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