martes, 28 de octubre de 2008

Quizá un niño tiene más alma que un octogenario seco y aburrido.
Quizá un niño mira el mundo con aturdida inocencia,
pero su mirada es más pura y cristalina que cualquier otra
que ya ha conocido y visto las catástrofes del mundo.
Quizá la inocencia perdida es la vida perdida;
quizá el verdadero encanto de la existencia es vivir
como un niño y sorprenderse a cada instante:
por favor, no culpes al inocente por querer abandonarse
a sus sueños y fantasías cuando el mundo es un lugar tan oscuro.

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